Tengo un sueño

Nadie del barrio Hometown de Chicago pudo olvidar jamás, el día en que el líder de los derechos civiles, Martin Luther King fue asesinado.

Aquel día comenzó temprano para Sam, eran las ocho de la mañana cuando se despertó. Los rayos de sol se colaban tímidamente en su habitación anunciando el comienzo de la primavera. Salió de la cama y empezó a prepararse para acudir al instituto. Al levantarse notó, como aquella estructura atlética de metro ochenta y cinco de estatura, se volvía frágil y temblorosa. La velocidad y el latido de su corazón se incrementaban, mientras su garganta se resecaba. Sin darse cuenta, la ansiedad le estaba ganando la partida. A pesar de su nerviosismo, consiguió ingerir el desayuno que su madre le había preparado como cada día antes de irse a trabajar.

Era un día muy especial, iban a tener lugar los últimos exámenes del curso. Si aprobaba, se graduaría en secundaria y tendría la posibilidad de ir a la universidad, algo que ningún afroamericano de su barrio había logrado hasta entonces. A las nueve en punto cerró la puerta de su casa. Diez minutos más tarde recogió a sus compañeros Michael y John en St Louis Street. Mientras caminaban por la avenida principal pisotearon con sus botas de agua, los penúltimos resquicios de nieve de las aceras. Cuando llegaron al final giraron hacia Albany street para dirigirse a la iglesia baptista, al lado de la cual se encontraba el instituto Llegaron allí a las 09:45, los pasillos estaban abarrotados, los adolescentes se agolpaban en las escaleras, las taquillas o las puertas de las clases. Las pruebas que se iban a realizar aquella mañana se asemejaban a una maratón, duraban cuatro horas y solo existían diez minutos de descanso entre cada una.

Sonó la alarma y entraron a clase. En esa aula plagada de pupitres chirriosos y paredes agrietadas, Sam había comenzado su adolescencia y muchos de sus sueños. Se acomodo en su mesa y coloco a su lado un pequeño estuche que contenía bolígrafo, lápiz y una goma de borrar. El primer examen era de matemáticas, la asignatura que menos le gustaba, a esta le siguió historia y a mediodía toco ciencias. La mañana transcurrió con la mirada fija en los folios. Al final de la misma alzó la vista para echar un vistazo a su reloj y de repente se dio cuenta que ya era la una del mediodía. Solo le quedaba un ejercicio y la agonía habría terminado. De todas maneras el que faltaba era su favorito, lengua y literatura.

John, Michael y Sam salieron cinco minutos a descansar al pasillo. Observaron un continuo ir y venir de gente desconocida. ¿Qué hacen aquí? murmuraron los tres a la vez. En el último toque del timbre, los jóvenes entraron de nuevo a clase, en esos instantes el reloj marcaba las 13:11 minutos. El silencio y la zozobra se adueñaron del aula durante unos instantes. El director les estaba esperando dentro, en el centro de la tarima, con voz triste pero firme señalo:

- No podemos continuar con las pruebas. Se suspenden las clases y los exámenes hasta nuevo aviso. Martin Luther King ha sido asesinado.-

El impacto de la noticia fue tan grande que nadie fue capaz de decir una palabra durante varios minutos. El silencio se rompió cuando la alumna Hope, comenzó a entonar "Precious Lord, Take my Hand" la canción favorita de Martin Luther King. Cuando terminó, Sam sintió como su sueño se desvanecía temporalmente.

Salieron a la calle, el barrio estaba desierto, parecía un lugar inhóspito y abandonado a su suerte. Solamente se agolpaban en los bares quienes no disponían de televisor. Ningún ciudadano podía creer lo sucedido, solo contemplaban una y otra vez la imagen de su cadáver frente a la pantalla para tratar de asimilar lo sucedido. Aquel día muchos creyeron que el sueño de libertad había muerto al mismo tiempo que él lo hacía. Desconocían que la semilla ya se había depositado entre sus gentes, solo le restaba crecer para algún día convertirse en realidad.

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