Aisha, la viajera del mundo

Aisha, era una niña alegre, apasionada, soñadora, vivaracha y algo testaruda. Su mirada era transparente y despierta, tenía una imaginación desbordante, tanta que en un instante era capaz de evadirse del lugar en el que se encontraba y viajar a cualquier rincón del planeta tierra. Desde chiquitita tuvo claro que su sueño era recorrer el mundo entero. Por ello cuando un día en el colegio le preguntaron que quería ser de mayor, ella respondió sin vacilar, viajera del mundo. En aquel instante muchos compañeros de clase se mofaron de su respuesta.

Los años transcurrieron, Aisha termino sus estudios universitarios y por fin sintió que había llegado el momento de comenzar a cumplir ese sueño que venía de tiempo atrás. Se despidió de sus seres queridos, emprendiendo así lo que ella misma denomino, como el viaje de su vida.

La primera etapa de su recorrido fue Europa, comenzó en Francia, continuo por la bella Italia, siguió por Alemania y, así fue recorriendo el viejo continente. Al llegar a la llamada Venecia del norte, nombre con el cual se denomina también a Estocolmo, comenzó a sentir cierta nostalgia de su gente y su país, casi no le quedaba dinero, sus fuerzas flaqueaban y la ilusión de realizar su sueño estaba empezando a desvanecerse. Era un invierno realmente gélido, el frío estaba empezando a ser insoportable para Aisha, se colaba en cada parte de su cuerpo, haciéndola incluso tiritar. Casi sin sentir algunas partes de su cuerpo, sentada en un banco tapada con varias mantas raídas y tiesas, contemplo a un grupo de personas actuando, danzando y recitando textos. Ellos terminaron su show callejero y se marcharon.

Ella, se quedo a solas con sus pensamientos, entonces la chispa de ilusión que siempre la había caracterizado se encendió de nuevo dentro de ella, y se dijo porque no voy a ser capaz yo de realizar mi sueño como ellos, si confió en mí como en otras ocasiones, podré hacerlo. Con los escasos medios de que disponía, creó un pequeño espectáculo, que le serviría para ganarse la vida y poder llevar a cabo su sueño. Contenía historias donde se entremezclaba la realidad y la ficción, bailes con ritmos de distintos lugares y canciones con diferentes melodías.

Tras un mes de esfuerzo, aquella noche de marzo se armo de valor, y dejando a un lado el miedo escénico que durante tantos años la había acompañado se decidió a enfrentarse a él, presentando su espectáculo allí mismo. Era una noche distinta, el invierno parecía querer marcharse y dar la bienvenida a la primavera trayendo consigo una cálida brisa, ya había oscurecido en el casco viejo de Estocolmo, pero las calles del Gamla Stan aparecían aún bulliciosas y llenas de gente. Ella se situó en una de las principales calles de este encantador barrio, eran las nueve de la noche, sonaron los primeros acordes de la música y así comenzó su espectáculo que duro una hora. Al finalizar se produjo un pequeño silencio, este duro unos breves instantes, tras él, el público comenzó a aplaudir y se produjo una gran ovación.

A partir de aquel día Aisha, continuó feliz su viaje por el mundo y realizo su sueño, sirviéndose para llevarlo a cabo del baile, la música, las historias, sus restantes capacidades y esa estupenda amiga que ya nunca jamás la abandono, la confianza.

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